Me encanta el silencio del domingo, el barrio duerme, descansa, no se oye ni la máquina infernal de las obras cercanas, la mañana es fría, algo húmeda, no suenan los despertadores, la gente se da la vuelta, algunos duermen hasta que el cuerpo aguante y así se vengan de los excesos de la semana donde se levantan de madrugada para ir a trabajar. Me encanta el silencio del domingo, la sonrisa del bien dormido...
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