Cuando te miro, pienso en el madrigal de Cetina,
porque tus ojos también son claros y serenos.
Si oigo que te mueves y me hablas con tu verbo...
claro y fácil, dulce y directo, sin dejar de ser firme,
me suena a magia, me suena a música.
Cuando amanece y nos vemos entre amor, sonrisa y café,
y nos vamos de la mano, no importa mucho dónde,
pero juntos, mi alma acapara los gozos,
más allá de las oscuras sombras de los espacios sin luz.
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