Los arrozales descansan, los naranjos en plena producción, tiempos de alcachofas, fuego de leña, brasas. El pueblo huele a alcachofas a la brasa, y a carne de cordero, longaniza, algún pato… De algún patio interior salen humos, aromas que alimentan. Ahora no se huele a paja de arroz y fango, que también me encanta… Cuando amas a tu pueblo, no le ves defectos, y si los tiene, los amas…
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