Allá por la cumbre más alta...
desde donde se observa un precipicio sin fin,
desfiladero por donde circulan los sinsabores sin consuelo,
he vislumbrado una brisa limpia y generosa,
que bajó hasta las entrañas de lo más recóndito
y se llevó algunos suspiros apagados
para depositarlos más cerca de la superficie.
Hizo varios viajes, y yo comprobé entusiasmado
cómo se proclamaba la esperanza,
aquella que nunca debemos perder... jamás.
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