Tenía mis dudas, su mirada era...
como un interrogante, unas veces,
y otras, como una invitación,
y en ocasiones extremas,
como una indiferencia,
y en otras impensables...
como una plegaria.
Era indefinida, temperamental,
veleta a merced de los vientos,
que olvidaron las brisas de mayo.
Pero era ella, aquella...
de la que el poeta diría:
“Su amistad procuro
y mis suspiros logra”
Era ella, única…
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