Son las doce y sin quererlo especialmente, me veo, otra vez en la estación del ferrocarril. No voy ni vengo, ni espero nada ni a nadie, pero me encanta el ambiente, todo y que la estación de Tarragona deja mucho que desear… pero es un placer para mi escuchar las llegadas y los retrasos, las idas y venidas y las emociones varias. Alguna vez vi perder un tren porque los muchachos no terminaron a tiempo con aquel beso que marcó su vida…
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