Por mucho que me lo cuenten, nunca entenderé cómo se puede torturar a un toro de manera tan cruel y, encima, le llaman arte… Al toro ya lo activan a la salida, el picador lo hace sangrar a puyazos, el banderillero le pone tres pares y el matador no siempre acierta a la primera y entonces hay que recurrir a la puntilla… y lo llaman arte, y el maestro da la vuelta al ruedo ante la afición extasiada de placer de ver tanto despropósito, y al toro, pobre animal, si ha cumplido con los baremos de nobleza y de bravura, también se le da la vuelta al ruedo... ¡miserias poco humanas!
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