En la fiesta veraniega, él evita las luces, brazos en jarras,
piernas en posición para acomodar su centro de gravedad,
cabizbajo y cejijunto, como diría el poeta, medita,
razona, procura entender las evidencias del destino.
Ella está en el centro de las luces, o es la mejor luz,
ríe mostrando la blancura de sus dientes,
la felicidad de sus esencias que emanan del corazón enamorado.
Él la ve así, la sueña así, la siente así, y ella lo sabe y lo celebra,
y lo muestra y lo demuestra... en un ya lo harán a dos, felices.
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