A veces miro el cielo y lo veo como invadido de bosque, otras miro el mar y me parece un cielo que está de vacaciones en la tierra. Hay días que miro los arrozales y, en sus mil versiones, siempre me parecen verdes esperanzas de futuros posibles. Hay amaneceres que no llegan porque les he cortado la luz, y la noche contigo es eterna, y veo y vivo en la noche de las delicias del color de lo sublime. Hay sonrisas que enderezan, que no es que levanten el ánimo, son el mismísimo ánimo...
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