Mi ventana abierta, niños en la plaza, mi mesa, mi silla, mi luz, mi Pilot, mi tele, mi música, Alexa, la tableta... y en la mente todo lo bonito de la vida que hemos vivido estos días, incluso mis piernas que ya no están para muchos trotes, si las raciono racionalmente, aún pueden asistir para contemplar tanta maravilla al alcance. Pero la casa de uno, aquello que llaman el hogar, es siempre un algo especial, un remanso de la mejor paz y excelente bienestar...
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