Amo al pino con ardillas que van jugando por su tronco,
saltando de rama en rama como aves voladoras.
Amo al romero y al tomillo, vecinos a menudo,
que parecen llevarse bien, complementarse incluso,
y son la alegría y el perfume en el camino...
hacia la hermosa encina centenaria.
Amo la encina de siempre, ella sigue firme,
espera plácida y de ramas abiertas, dispuestas al abrazo,
cobija el descanso del caminante feliz y enamorado...
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