Aquellos tiempos del llorar y el implorar,
a caballo de una esperanza imperturbable
que me trasladaba raudo y veloz a tu proximidad.
Suele ocurrir que la esperanza de sus frutos,
sobretodo si quién cabalga por los aparentes desiertos,
son los ciertos de un alma enamorada,
llena de todas las razones que eso conlleva.
Aquellos tiempos llevan a esos tiempos de la paz activa,
en el maravilloso y sensacional concierto del mejor amor.
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