Dicen que los tiestos se parecen a las ollas y José María de Pereda decía que de tal palo tal astilla… si todo esto es cierto, es para mí un honor y un orgullo parecerme en algo a mis progenitores. Mis padres no tuvieron mucha salud, pero hicieron siempre lo que pudieron de la manera más digna y entregada. Ambos tuvieron el denominador común de la bondad… Mi madre era un monumento al esfuerzo y a la comprensión para ofrecer siempre soluciones posibles. Mi padre era una sonrisa permanente, un corazón social que batía al servicio de todos. Ojalá tenga alguna cosa de ellos y que mis próximos puedan apreciarlo...
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