El escrito de hoy podrá parecerles un poco triste, voy a hablarles de la muerte, con la frialdad que lo haría la propia realidad. Teresa y yo nos llevamos casi once años, teóricamente yo me iré antes… y si no es así me voy a cabrear mucho. La vida ha de seguir su curso y, a ser posible, ha de compensar, incluso aquí en la tierra, los merecimientos de cada uno. Uno ya se siente bendecido y afortunado con la bondad, el amor y las luces de mi Teresa de siempre, mi hijo y mis próximos y hago votos para que, cuando yo no esté, los que tanto hicieron por mi felicidad obtengan la suya en plenitud. Dicen que es de bien nacido ser agradecido… y yo lo soy.
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