Me voy a oler el mar, allá en el acantilado,
con roca de pensar y observar,
hay tanto que ver, la mirada llega tan lejos.
Pese a eso, cierro los ojos…
igual voy en moto por el margen de un canal,
o estoy en Londres bajando del avión,
o en Roma en los museos del Vaticano.
Las olas que van chocando con la roca,
son solo el hilo musical del recuerdo,
el aroma a mar, su marco perfecto, mágico...
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