Uno también es adicto a la esperanza… y se recrea en el graznido de las gaviotas para observar la inmensidad del mar, ya más allá de los puertos. Ver salir el sol y esperar con ansia contemplar cómo se acelera el amanecer para que haya más día, más vida. Y el amor, y la paz, y el trabajo, la convivencia, la estima, la justicia, la bondad, el abrazo, las buenas maneras de la buena gente prevalezcan para siempre. Nunca hay que perder la esperanza en un mundo mejor y, sobretodo, más justo, donde la democracia supere al poder, aunque esto es mucho más difícil…
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