Ahora que tengo algún tiempo para no hacer nada, me regalo los paseos tranquilos, sin prisa, con tiempo para observar después de ver y clavarme en el suelo, incluso en el asfalto, contemplando la destreza de las enredaderas y cómo entre ellas hay un nido de palomas torcaces, que parece engalanado por unas flores amarillas que no sería capaz de explicar muy bien cómo han crecido en pleno muro. Pues eso, observar después de ver...
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