diumenge, 8 de maig del 2022

Sin perder la sonrisa


Recuerdo, de pequeño, la felicidad con la que mi padre se iba al huerto. La campesina tarea, decía el poeta… él, mi padre, parecía disfrutar aclarando el maíz, haciendo surcos rectísimos, donde plantar de todo. Pienso en la paz de la pineda, en la soledad de la encina, que se deshace en parabienes para acoger al caminante que ejerce sus excesos por el bosque. Pienso en la gratitud del huerto, el esfuerzo de mi padre, sin perder nunca su sonrisa, tenía siempre la recompensa de los productos del campo, naturales y ricos, sanos, con sabor a sudor de padre total...

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