Suelo mirar las nubes, veo caras interesantes… podrían ser sabios doctores, pensadores ilustres, o unos investigadores en busca de las verdades por descubrir. Y, cuando dejo de mirar al cielo, hablo con las flores de la terraza, que parecen esperar mi visita, y me aplauden cuando me ven aparecer con la regadera en la mano. Pero tranquilos, yo les hablo y ellas no me contestan, sólo me sonríen con su aroma...
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