La niña de pocos meses, rubia, con ojos de mar de cielo, levanta piernas y bracitos, parece contenta, es preciosa… La madre se sienta delante del carrito, casi en el suelo, le muestra el biberón del agua y un plátano, y se lo cuenta, la niña parece entender perfectamente y acelera sus movimientos de contento, incluso lanza un gemido a modo de aplauso. Me las miro, como aquel que contempla una muy viva estampa de la felicidad más real…
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