Pues sí, por fin te besé, más bien nos besamos sin ser muy expertos, tú menos, pero siempre recuerdo que había alma, había verdad… Fue en un bar, con bonita y escasa luz, tras un vodka con un poco de naranja y, después, hubo más y muchos, pero el primero siempre es la más deliciosa definición de afinidad que uno puede gozar. No, no sabíamos mucho, pero qué bien se aprende eso con la práctica constante ¿verdad?
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