No, no era mi novia, ni mi amiga del alma,
sólo conocida, bien hallada, en un pueblo sano, entre olivos.
Tenía aquella luz celeste que sólo sale...
de los árboles sin control, con toda gracia.
Tenía una sonrisa roja que emergía de aquella cara dulce,
como la fruta de secano…
No, no era mi amada, ni mi novia, ni mi amiga del alma,
sólo una luz en el camino...
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