Vamos de la mano, a la par, a punto de levantar el vuelo,
como aquella pareja de buenos patinadores
que tan bien coordinan sus artísticas y precisas piruetas.
El banco, la fuente... los jilgueros dejan su perpétuo cortejo
y se ponen a entonar músicas de bosque, de acogida,
y del abrazo al beso y del beso al cielo,
por eso siempre nos encuentra la luna que nos aclara el camino…
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