Puedo sonreír a los guiños de la luna,
incluso cuando se apaga,
o cuando se pone llena de esencias de sol…
Puedo inventarme un jardín a tu altura,
todo de flores aspirantes a rosas,
blancas por supuesto, para proclamar paz,
dulzura y armonía con tu alma…
Puedo acelerar el amanecer,
y en la primera sonrisa de tus ojos,
llevarte a la playa de siempre,
para recibir la caricia de las olas en los pies…
Puedo amarte siempre, no importa el lugar,
aunque el amor siempre embellece
todos los maravillosos espacios naturales.
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