Cuando veo a los míos activos y observo que los problemas de algunos no son más que benditos problemas a los que les lleva la realización que han mamado, y los serios, que también tenemos, se afrontan con el temple y arrojo adecuados, mi alma se complace, y me siento partícipe de todo sentimiento noble y de sangre que nos hermana en la lucha diaria. Unidos somos invencibles, como muy bien dijo mi lúcido sobrino…
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