Me fijé en tu agudeza, en el decir pausado y oportuno,
en aquella sempiterna media sonrisa,
que proclama sapiencia con atisbos de dulzura,
en aquellos ojos que, más que interrogar,
fulminan y desparraman comprensión,
en tus cabellos negros ensortijados
donde mis dedos podrían perderse,
y yo con ellos... sin remedio.
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