La miro en silencios que hablan,
silencios que admiran y valoran,
silencios portadores de auténtico reconocimiento.
La observo, la contemplo con los ojos cerrados,
y me veo la película de nuestra existencia,
que día a día, paso a paso, mano a mano,
circula por la emoción de los avatares…
de la afinidad más exquisita.
La veo y es como abrir la puerta del infinito,
todo concentrado en el sol de sus ojos…
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