Ríos de amor en aquella adolescencia,
de perpetua primavera insaciable,
la fuerza del cuerpo y del espíritu,
toda la capacidad aparentemente sin límites,
para llegar a aquel más allá más lejos
que siempre pretendían alcanzar.
Bonitos tiempos del delirio de la delicia,
de la más sana de las incoherencias
de la edad… del pavo, como decían mis mayores.
Ríos de amor, pero de montaña,
ágiles, rápidos, certeros, imparables casi…
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada