Un césped con rocío matutino…
quizá sea el rastro de las luciérnagas
que en la noche iluminaron el camino del llanero solitario.
Es la hora del paso de los flamencos,
pasan con su señorial vuelo y su ruido característico,
van de una parte a otra de nuestro amado río Ebro,
en su espectacular desembocadura.
Son diferentes las calmas del amanecer y de la noche,
las esperanzas y las conciencias tranquilas
es posible que duerman juntas…
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