Un libro blanco, una rosa blanca, siempre la flor quiso ser blanca, nunca negra, pocas, pocas flores negras. Blanco o negro, los extremos se pronuncian, blanco o negro, todo o nada. De escucharse nada, de comprenderse menos, de entender que las cosas, a veces, tienen el color del café con leche, aún menos. De todas formas yo amo la rosa blanca, veo en ella la culminación de la belleza y veo en ella una buena mezcla de los colores de la vida, que de todos hay...
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