Recuerdo que mi madre hablaba con sus rosas, pero tranquilos, nunca me dijo que le contestaran, sólo lo hacían mostrando su belleza y aroma como muestra de agradecimiento al buen trato que les daba. Mi abuela también hablaba con sus animales sueltos por el patio, la veo fácil cortando verduras y frutas para ellos. Hasta yo solía hablar con Rex, mi muy estimado perro, al que sólo le faltaba un nada para ser humano. Hablar, incluso con uno mismo…
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