Desde el silencio, la observación y la curiosidad, siempre me paro a ver la luz y, aunque nunca pretendo molestar a nadie, suelo mirar a la cara de todo aquello que me gusta. Una vez escuché, así como sin querer queriendo, unas escenas y unas voces, más bien una voz, que rebosaba frescura y naturalidad por todas partes. Desde entonces salí incluso del silencio, indagué, pregunté, hasta que tuve la suerte del encuentro deseado, el café hizo el resto…
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