Pues no, nada de traerte la luna, ni una flor, ni una estrella,
ni un puñado selección de las más preciadas.
Lo mejor es regalarte un jardín en plena primavera,
en avanzada primavera donde las flores, ya todas las flores,
han alcanzado la plenitud de su belleza y color.
No estaría mal invitarte cortésmente a un paseo en barca,
a merced de la brisa nocturna de una noche de mayo,
contemplar el universo, cerrar los ojos y subirte
a las alas de las luciérnagas y soñar, soñar…
hasta despertar en tu cielo.
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