Nunca fuimos aves nocturnas, ahora menos, pernoctamos largo y tendido, es decir, nos acostamos tarde, gozando, pues eso, de la paz de nuestro hogar, en sus mil versiones. Pienso que el confinamiento de diez a seis de la mañana, no nos afecta demasiado, sólo en el pensamiento de aquellos que gozan de la noche y ahora no pueden hacerlo. Bien, que todo sea para bien y que podamos salir pronto de ese infierno inesperado y cruel...
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