Los árboles se miran en las aguas cristalinas de mi río nervioso de montaña. Lo suyo, que para algún confuso podría parecer narcisismo, es amor, puro amor, abrazo y gratitud que, en los árboles que parecen desmayados, se convierte en pleitesía y húmedo arrebato de conexión desesperada hasta el abrazo pertinente de las ramas más exaltadas… Corrientes aguas puras cristalinas, decía el poeta, mientras los árboles aplaudían con las hojas y les daban la bienvenida…
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