Las mascarillas, que, por cierto, no suelen ser muy higiénicas aunque sí parecen proteger bien, dejan los ojos como única referencia de expresión en una cara con la boca y la nariz tapada. Me encanta mirar los ojos de la gente, los hay que miran bien, con limpia nitidez y con luz propia, con dulzura explícita, con noble firmeza… Ojos claros, serenos, que de un dulce mirar sois alabados, decía el poeta, y acababa diciendo algo así como “aunque sea airados, ya que así me miráis, miradme al menos”. Ojos despejados...

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